sábado, 19 de marzo de 2011

Fuente Ymbro en fallas

La corrida de Fuente Ymbro y el triunfo de Manzanares ayer fueron la antesala del espectáculo más completo de lo que llevamos de feria: Una corrida de gran clase y calidad de Capea, con la cúspide del cuarto toro por fondo y duración el mejor del festejo y posiblemente de la feria. Tarde redonda para El Cid y Perera, minimizada en ambos casos por el uso de los aceros. Cayetano, con la suerte de espaldas, se fue de vacío del coso levantino.

Clase de la buena exhibió el murube que partió plaza, al que El Cid saludó y muleteó con suavidad en una labor fundamentada en la mano derecha, que contó con fases de toreo largo y ligado, siempre a la velocidad del dulce toro de Capea, al que remató de un sensacional volapié. El cuarto, por fondo e importancia fue el toro de la corrida. El Cid llevó a cabo una faena a más en la que sobresalieron dos series con la derecha y una con la zurda. Un pinchazo previo a la estocada dejó el premio en una sola oreja.


Quietud y limpieza fueron las premisas de Perera en un extraordinario quite por tafalleras, preludio de una labor maciza ante otro toro con calidad de Capea al que toreó muy ligado y apretado el extremeño, llevando al animal muy cosido al trapo antes de exprimirlo en la corta distancia. Más exigente resultó el quinto, toro mirón, que tendió a meterse por dentro y al que el torero aguantó mucho entre pase y pase para tirar de su embestida hasta el final y armar una faena de mucha importancia que una estocada baja y trasera redujo el premio a un solo trofeo.

En la puerta de chiqueros saludó Cayetano al tercero, toro que se partió la vaina del pitón derecho en el inicio de la faena de muleta lo que motivó que el público desconectase de la labor de Cayetano, que por la circunstancia antes referida sólo se puso por el pitón zurdo, incluso lo entró a matar por este mismo pitón. El sexto, junto a su evidente falta de fortaleza, apuntó un ritmo y un son extraordinarios de salida, el presidente no tuvo paciencia y en su lugar salió un sobrero de Zalduendo complicado con el que Cayetano decidió abreviar vistas las intenciones del astado.

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